U$S 600
En esta obra, Carol Honigsberg despliega una poética visual donde la figura humana parece emerger desde las entrañas de la materia misma. Un rostro de perfil, etéreo y sereno, se revela sutilmente entre pliegues, veladuras y texturas orgánicas, como si estuviera atrapado entre capas de tiempo o memoria. La paleta en tonos tierra, junto con el uso expresivo del betún, cera y el arrugado del soporte, evocan una atmósfera arcaica, casi fósil, que conecta lo humano con lo ancestral. La imagen sugiere tanto una presencia como una ausencia: lo que fue, lo que permanece y lo que se desvanece. La obra invita al espectador a detenerse, a mirar con atención, y a encontrar en los silencios de la materia una historia no dicha.