U$S 500
Esta obra de Carol Honigsberg presenta un rostro fragmentado donde predominan dos elementos visuales: los ojos, cargados de simbolismo, y la textura orgánica del fondo. La mirada superior transmite vigilancia o introspección, mientras que la inferior, más abstracta, sugiere una percepción interior o espiritual. La superficie cuarteada y los tonos terrosos (ocres, dorados, cobres) evocan el paso del tiempo y la complejidad emocional del ser humano. A través de capas, grietas y colores sutiles, la artista propone una reflexión sobre la identidad, la memoria y la mirada interna.