
Acrílico sobre lienzo, 080 x 100 Un lienzo gris y en el centro, dos formas que se miran y se tocan. Arriba, un círculo casi completo, amarillo dorado, como un sol que se derrama. Pero no es perfecto: tiene manchas, grietas, gotas. Es un sol que ha vivido, que se rompió… y siguió brillando. Esa soy yo, mostrando lo que brilla. Abajo, el segundo mundo, un círculo completo, cerrado, entero. Flotando en la zona gris, una media luna dorada, delicada, como un suspiro. No está afuera. La contengo. Como si mi mundo grande dijera: “Tu nostalgia, tu noche, tu parte suave… sos parte de mí”. Y entre estos dos mundos… mi río de oro. Una línea vertical que baja desde el sol herido, atraviesa el círculo completo, pasa justo por el centro de la luna… y los une. En “Dos mundos” yo digo: Arriba: lo que muestro al mundo. Abajo: lo que contengo —luz, sombra, recuerdos, cicatrices. La luna: mi parte más íntima, la que solo veo de noche. El oro: mi historia, el dolor que no escondí, la grieta que me hizo más fuerte “No somos dos mundos. Somos uno… más entero por haber estado rotos”
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