
Acrílico sobre lienzo, 120 x 090 cm La luna como refugio nocturno, como la fuerza interior que se curva para proteger en la oscuridad. La cuna como refugio materno, esa misma fuerza que mece, abraza y contiene lo mas frágil. El barco como el refugio en movimiento, esa fuerza que navega entre tormentas, llevando a salvo su preciada carga. Dentro, lo más vulnerable, el bebé, el núcleo, la luz que aún no ha sido tocada por nada. La vida golpea, pero en el interior del refugio la fuerza se guarda como semilla, se mece, navega segura.
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